
El PSG volvió a estrellarse contra un muro, Alisson, y cavó su propia tumba en la Champions, tan cruel para los parisinos desde tiempos inmemoriales, aun sin merecer tales desdichas. Una actuación legendaria del brasileño y un gol de Elliott en el minuto 89 fue suficiente para que el Liverpool se llevara la ventaja a Anfield. Los de Luis Enrique dominaron las ocasiones, la posesión, prácticamente todo, menos lo más importante, la madre de todas las ciencias en el fútbol, las áreas.