Optimus tiene una cara negra y alargada en la que no hay nada. Ni ojos, ni boca, ni nariz. Solo una gran pantalla vacía de información. Como casi todas las personas, tiene dos brazos y dos piernas que le permiten agacharse más de lo que muchos podrían. Aunque camina algo encorvado, apenas levantando los pies del suelo, lo hace con paso firme y buena velocidad. Sus dedos son largos y se mueven con gracia y naturalidad. No tiene problemas a la hora de manipular objetos pesados. Los más frágiles tampoco se le dan mal, como demuestra mientras saca huevos de una caja de cartón y va colocándolos en otro recipiente. El tío hasta es capaz de doblar la ropa. Si no fuese por su cuerpo, recubierto por una coraza de plástico blanco que recuerda a la de un soldado imperial de Star Wars, casi estaría cerca de pasar por una persona real. Pero qué va. Optimus es un robot humanoide. Es decir, un robot con forma de humano. Desde 2021, está siendo desarrollado por la empresa de automóviles Tesla, la joya de la corona del emporio tecnológico de Elon Musk , ese hombre que igual fantasea con llevarnos a todos a Marte que soluciona los problemas de movilidad de quien lo necesite instalándole un chip en la cabeza . Se espera que, en unos pocos años, cualquiera dispuesto a pagar, como máximo, 20.000 dólares (unos 18.500 euros al cambio), pueda adquirir la máquina y ponerla a trabajar como un empleado más. Por ejemplo, podría dedicarse al transporte de paquetes o a labores de vigilancia. También sería capaz de poner copas detrás de una barra o subirse a andamios de construcción. Hasta podría ser mayordomo y dedicarse a dejar el domicilio del dueño de turno como la patena. Queda claro: el límite, casi, es la imaginación humana. El bípedo antropomorfo de Tesla tiene muchas funciones posibles, muchos trabajos potenciales; pero también una gran competencia. Porque no es único en su especie. Ni mucho menos.Hace apenas unas semanas, la empresa china Kepler dejó a un pabellón entero de la feria CES de Las Vegas con la boca abierta durante la presentación del K1, su propio robot humanoide. Entre ellos, al CEO de Microsoft, Satya Nadella. La máquina mide 1,78 metros y pesa 85 kilogramos. Es perfectamente capaz de manipular objetos con sus dedos y de transportar carga. Aunque se trata de un dispositivo de propósito general, la firma asiática cree que puede ser especialmente útil para la logística en entornos industriales. Comenzará a producirse en masa y a comercializarse «próximamente». Igual que otros tantos sistemas similares que están en desarrollo.La búsqueda del oroNi Optimus ni K1 están solos. Empresas tecnológicas de todo el mundo están acelerando para poder llenar el mercado dispositivo con características calcadas a las de estos dos ejemplos. Y si lo hacen, evidentemente, es porque el potencial premio económico es grande. La industria tecnológica no es especialmente conocida por regalar nada. Ni una sola gota de sudor. De acuerdo con un estudio de Goldman Sachs, publicado a finales del año pasado, se espera que el negocio de los robots humanoides llegue a mover 6.000 millones de dólares en la presente década. Estos cubrirán el 4% de la demanda de mano de obra manufacturera en Estados Unidos para el 2030 y –otro potencial uso– el 2% de las vacantes para atención a personas mayores. Esto para 2035. Un análisis de la empresa GS Research es incluso más ambicioso. En este se apunta que si se superan la mayoría de obstáculos en el desarrollo, y se consigue que la sociedad los acepte, en poco más de diez años los humanoides podrían cubrir perfectamente entre el 48 y el 126% de la brecha laboral actual de Estados Unidos provocada por la escasez de mano de obra. Todo por precios que se irán reduciendo de forma paulatina y que terminarán siendo notablemente inferiores a los menos de 20.000 dólares que pedirá Tesla a cambio de un Optimus.El desarrollo se ha convertido en China, incluso, en un asunto de interés nacional. El Ministerio de Industria y Tecnología de la Información del país asiático compartió hace unas semanas un ambicioso plan en el que se apunta que este tipo de robot será «el siguiente producto disruptivo», después del ordenador o el ‘smartphone’, llamado a «transformar profundamente la forma en que los seres humanos producen y viven». La institución también marca como objetivo para sus empresas el inicio de la producción en masa de la tecnología para 2025. Es decir, en menos de dos años. Y, según explica a ABC el doctor en Robótica de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), Javier Rainer, es bastante probable que lo consiga: «Es factible, aunque los primeros diseños no hace mucho que aparecieron, es cierto que se han resuelto satisfactoriamente cuestiones como estabilidad, desplazamiento y agarre. Desde el punto de vista del ‘hardware’ se podría comenzar».Algo más escéptica se muestra Cristina Urdiales, catedrática de Robótica en la Universidad de Málaga. Aunque, viendo el inesperado estruendo provocado durante el último año por la inteligencia artificial (IA) generativa, ya no descarta que con los robots humanoides ocurra lo mismo. Y bien pronto: «Hay una cierta obsesión con ellos. Para las empresas, casi es como una carrera para ver quién es el primero en crear vida». Con todo, la docente remarca que «la robótica puede avanzar más por otros caminos que no implican la creación de humanoides, porque no siempre son los más necesarios»: «Hay otros tipos de robots, con ruedas, por ejemplo, que pueden hacer un mejor trabajo en algunas circunstancias». Y tiene razón. La mayoría de empresas de robótica tienen distintos dispositivos diferenciados por usos. Aunque las grandes potencias en el desarrollo están afincadas en China y en Estados Unidos, Alemania, Francia, Japón y Corea del Sur cuentan con firmas muy capacitadas.Grandes desafíos Producción en masa China quiere que la mayoría de robots humanoides sean chinos. Pekín tiene esperanzas en que, para 2025, sus empresas los produzcan en masa y, para 2027, ser la gran potencia global en este mercado. EE.UU. vs. China Tanto China como Estados Unidos parten en cabeza en esta carrera. El país asiático cuenta con varias firmas punteras, como Dreame, Keenon o Fourier Intelligence. En EE.UU. operan Boston Dynamics, Tesla o Agility, que recientemente abrió una fábrica en la que espera producir 10.000 robots humanoides al año. Europa compite Países como Alemania y Francia cuentan con empresas muy capaces. En España también hay talento. Firmas como Pal Robotics o MACCO cuentan ya con varios dispositivos de estas características en sus catálogos. Baterías y choques A pesar de que el hardware de este tipo de robots ya está razonablemente maduro, las empresas tienen todavía trabajo que hacer a la hora de adaptar sus máquinas a entornos cambiantes y que no anden chocándose. También deben mejorar las baterías. Aceptación y leyes Para que la tecnología cristalice, es capital que se regule para poder favorecer la innovación a la vez que se minimizan los posibles riesgos. También se apunta a la necesidad de que la sociedad acepte la llegada de los robots.En España, una de las más potentes actualmente es Pal Robotics , ubicada en Barcelona. Desarrolla robots con ruedas dedicados a realizar labores de logística y vigilancia en empresas, pero también tiene unos cuantos humanoides, como ARI, un robot social que ya opera en entornos sanitarios ayudando en la rehabilitación de los pacientes. Sin embargo, seguramente, el más sorprendente de todos es Talos, un bípedo de 1,75 metros de altura y muy ligero. La compañía tiene esperanzas en que pueda participar en misiones de exploración espacial en el futuro. Vamos, que quieren que sea astronauta.«Lo más importante es que ayuden a la gente. Que sean herramientas que trabajen junto a los humanos», señala a este diario Lorna McKinlay, jefa de comunicación de Pal Robotics. También reconoce que el desarrollo de este tipo de tecnología está «llena de desafíos». Porque, aunque la tecnología está ahí, todavía queda trabajo que hacer para empezar a ver robots por todas partes. Para empezar, es importante que se mejore el funcionamiento del robot en entornos cambiantes, las limitaciones actuales de sus baterías y, quizá, lo que es más importante: la total carencia de regulación que permita que la adopción sea beneficiosa y no provoque problemas a los trabajadores humanos.Cada vez más humanosCon el paso del tiempo, es posible que las máquinas, incluso, se parezcan cada vez más a los humanos. Que tengan rostros como los nuestros, o, incluso, que sus cuerpos tengan la misma flexibilidad y hasta sean capaces de realizar los giros más bruscos sin perder el equilibrio, algo que, a día de hoy, sigue siendo complicado. La semana pasada, un grupo de investigadores japoneses de la Universidad de Tokyo publicaron en la revista ‘CELL’ que habían desarrollado un robot biohíbrido de dos piernas capaz de moverse gracias a la inclusión de tejido muscular, además, evidentemente, de componentes mecánicos.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Escepticismo científico sobre el chip cerebral que Elon Musk dice haber implantado noticia No Cuidado: estos son los trucos que están usando para clonar tu tarjeta y desplumarte sin que te enteresEl dispositivo, en este caso, fue capaz de dar pequeños gracias al uso de electrodos mientras estaba en el interior de un recipiente de agua. Todo a poca velocidad; pero los padres del ingenio lo consideraron un gran avance, así como un aviso de lo que podemos esperar para el futuro. «Aunque puedan parecer pequeños pasos , en realidad son pasos gigantescos para los robots biohíbridos», afirmó Shoji Takeuchi, investigador principal de la universidad japonesa.