<7 de febrero de 2024
La Policía Nacional de España ha conseguido desmantelar una trama de ciberdelincuencia organizada dedicada a la estafa conocida como el «hijo en apuros». El operativo se ha saldado con la detención de 65 personas establecidas principalmente en Málaga, Cataluña y Madrid, según informa el cuerpo policial.
Durante el operativo se intervino un ordenador portátil en el que los agentes han localizado más de 500 archivos con hojas de cálculo donde constaban datos personales de posibles víctimas, como su número de teléfono, sexo, edad o ciudad de residencia.
La actuación policial ha permitido esclarecer 95 denuncias que responden a un perjuicio económico a las víctimas de 410.000 euros, si bien la investigación continúa abierta y se espera que se puedan producir nuevas denuncias tanto en España como en otros países.
Una trama con raíces internacionales
Entre los detenidos se encuentran los cabecillas de la trama, dos ciudadanos de origen neerlandés. Uno de ellos fue localizado cuando se realizaron los primeros arrestos en agosto de 2023 en el municipio de Torremolinos, en la provincia de Málaga.
El otro cabecilla fue detenido en noviembre de ese año en la localidad de Fuengirola, también en Málaga, junto a alguno de sus colaboradores más estrechos. Los líderes del entramado llevaban un alto nivel de vida alojándose en lujosos hoteles y alquilando coches de alta gama.
Casi dos años de pesquisas
Las pesquisas comenzaron en febrero de 2022, cuando los agentes constataron un aumento de las denuncias relacionadas con esta estafa en la provincia andaluza de Sevilla.
El modus operandi consiste en dirigirse por SMS o alguna aplicación de mensajería instantánea a las víctimas haciéndose pasar por un hijo suyo que se encuentra en apuros. Para solucionar la supuesta delicada situación que enfrenta, el estafador pide dinero a la víctima, usualmente a través de transferencia bancaria.
Para evitar ser víctima de esta estafa, la Policía recomienda intentar contactar con el familiar por otra vía que no sea Whatsapp, y si no es posible preguntar a algún familiar o amigo; y sospechar del lenguaje o expresiones de la persona que nos escribe.