Alemania corre el peligro de caer en manos de la extrema derecha y revivir su pasado ms oscuro. El temor que los partidos tradicionales transmiten estos das a la ciudadana pidiendo la prohibicin de la populista Alternativa para Alemania (AfD) ha echado a miles de personas a las calles en defensa de la democracia. Hay 178 manifestaciones en total. El sbado se celebraron ms de 80 con la participacin de hasta 350.000 personas. Este domingo se movilizarn Hannover, Mnich, Stuttgart, Dresde, Frncfort y Nremberg. «Si hay algo que nunca ms podr tener cabida en Alemania es una ideologa racial nacionalsocialista», afirma el canciller Olaf Schoz, que ha llamado a la unidad a todos demcratas y a demostrar que Alemania «ha aprendido del pasado». Scholz , a diferencia de otros lderes socialdemcratas, no se ha pronunciado sobre la prohibicin de AfD, pero con sus declaraciones ha tachado de antidemcratas y fascistas a los 16,5 millones de alemanes que votaron a AfD en las ltimas elecciones y entre ellos miles de antiguos votantes de su partido, SPD, de los Verdes y hasta de los liberales (FDP), las tres formaciones en coalicin de Gobierno. El escenario poltico alemn nada tiene que ver con los aos 30 del siglo pasado, cuando el Partido Nazi lleg al poder, pero cuando las encuestas revelan desafeccin poltica y la coalicin en el Gobierno ha perdido masa electoral a golpe de fracasos, los estrategas de nueva generacin siempre agitan los fantasmas de 1933.Hace unas semanas, la copresidenta del SPD, Saskia Esken, sugiri la idea de prohibir la AfD, que adems de consolidarse a nivel federal, encabeza todos los sondeos en los tres estados federados que irn a las urnas en septiembre, Brandeburgo, Sajonia y Turingia. A nivel federal, la AfD alcanza el 22% en intencin de voto, slo superado por la Unin Cristianodemcrata (CDU) y su socio Unin Social Cristiana de Baviera (CSU), con un 31%. Los partidos del Gobierno se desinflan. El SPD de Scholz ya slo tiene el apoyo del 13% de los alemanes, el nivel ms bajo en casi cuatro aos. Los liberales rozan el umbral del 5% y los Verdes del 14%. En los tres ‘lnder’ llamados a las urnas, la AfD alcanzara ms votos que la suma de los tres partidos del tripartido federal. Puede incluso que esta formacin bisagra no rena el 5% de los votos que exige la ley para acceder a los parlamentos.La discusin abierta por Esken planteando subliminalmente esos comicios regionales como un referendo entre democracia y fascismo no tuvo mucho recorrido. «Si prohibimos un partido que no nos gusta, pero que sigue liderando las encuestas, provocar una solidaridad an mayor con l, y no slo entre los votantes de AfD. Los daos colaterales seran muy altos. La dimensin poltica del asunto es crucial», advirti el comisionado del Gobierno para Alemania del Este, Carsten Schneider. Pero el debate ha resurgido. Correctiv, un equipo de investigacin que funciona como organizacin sin nimo de lucro y que hasta ahora era desconocido, acaba de revelar que el pasado noviembre 30 personas celebraron una reunin en el hotel rural Landhaus Adlon, en Potsdam, y hablaron, entre otras cosas, de la expulsin en masa de inmigrantes. Entre los participantes estaban Martin Sellner, ex lder del austriaco Movimiento Identitario de extrema derecha, empresarios, dos miembros de la CDU y un asesor de la copresidenta de AfD, Alice Weidel. El ttulo del informe de Correctiv a esa reunin de individuos sin cargo pblico ni escao parlamentario fue ‘Plan secreto contra Alemania’. En la poltica de la hiprbole es fcil trazar paralelismos. El encuentro se produjo a pocos kilmetros del lugar donde se celebr la conferencia de Wannsee en 1942 durante la cual representantes de la SS, del NSDAP y de varios ministerios del Reich abordaron la deportacin y el asesinato de judos en el marco de la llamada ‘solucin final’. Sera interesante saber si lo que Scholz dice en Bruselas a sus colegas europeos sobre la estabilidad del orden constitucional alemn es lo que dice a sus conciudadanos, porque aqu lo que ha hecho es tirar del hilo populista: «Qu sentirn ahora los mas de 20 millones de ciudadanos de origen migrante? Quiero decirles a todos: ustedes son parte de nosotros. Nuestro pas los necesita». El ex presidente alemn Joachim Gauck ha alzado la voz: «Si actuamos como si tuviramos un problema principal con los nazis y tratramos las extraas fantasas de expulsin de unas minora como si ese fuera el problema principal, no estaramos siendo precisos en nuestra lucha poltica». Y aade Gauck: «Est bien que los ciudadanos salgan a la calle y expresen su adherencia a la democracia, pero Alemania no est en absoluto al borde del abismo nazi».Para Gauck y en eso coincide con la ministra de Interior, Nancy Faeser, «en democracia, si la gente se pasa a un partido como AfD, lo que hay que hacer es campaa para que vuelvan a los partidos democrticos». Queda pues la impotencia y fracaso de los partidos tradicionales a actuar como barricada a la ultraderecha con programas atractivos y respuestas a sus problemas. «La AfD est siendo marginada con minuciosidad alemana, pero habr un recibo a esa miope estrategia de cortafuegos y se pagar en las elecciones. En lugar de aprovechar la confianza de la impresionante historia de xito de su democracia, los alemanes recurren pasado para complicarse el futuro y, de paso, la formacin de gobiernos eficaces», escribe en el Neuen Zrcher Zeitung. En un Bundestag fragmentado, ya no hay mayoras para alianzas homogneas como las que en su da conformaron Helmut Kohl, Gerhard Schrder o Angela Merkel. Mientras la AfD siga demonizada -y con ella un cuarto del electorado- la alternativa es un tripartido forzado, como el actual, o la gran coalicin. Ambos casos son garanta de bloqueos y compromisos costosos a costa de los contribuyentes.La AfD ha sabido capitalizar el descontento ciudadano con el Gobierno, que ha llegado al ecuador de su mandato con constantes disputas internas, una economa que se contrajo el ao pasado un 0,3 % y una tasa de inflacin anual del 5,9%, la segunda mayor desde la reunificacin. La coalicin se enfrenta adems a protestas sociales tras tener que acometer recortes en subsidios en varias carteras para tapar un agujero de 17.000 millones de euros en el presupuesto de 2024. Tapar el ‘mea culpa’ bajo la manta de la amenaza de la ultraderecha y la prohibicin de AfD como partido es una falta de responsabilidad poltica, segn el lder de la CDU, Friedrich Merz. «Este debate slo favorece a la AfD y no conduce a nada, pues tras una hipottica disolucin surgira simplemente un nuevo partido», sostiene.Los Verdes creen que la AfD no es un problema poltico sino que lo es para la Justicia, es decir para el Tribunal Constitucional. La solicitud para una prohibicin la pueden presentar la Cmara Baja, la Cmara Alta o el Gobierno, pero slo podra prosperar si se demuestra que el partido se opone manifiestamente a los principios y valores del orden fundamental liberal y democrtico consagrado en la Constitucin, quiere eliminarlos de manera activa y combativa, y adems tiene capacidad de alcanzar sus objetivos. En AfD hay figuras muy controvertidas, como Bjrn Hcke, lder del partido en Turingia, y agrupaciones regionales declaradas por la Oficina Federal para la Proteccin de la Constitucin «posiblemente de extrema derecha», pero no hay nada en su programa como partido que atente contra el orden establecido. Mientras no se demuestre lo contrario, los partidos tradicionales en decadencia harn ruido pero obtendrn pocas nueces.